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Las criptomonedas, un peligro ambiental: la alarmante contaminación que provocan

La Sombra Verde de las Criptomonedas: ¿Alternativa al Futuro o Nueva Amenaza para el Planeta?

El ruido de los ventiladores en la sala de minado es incesante, una sinfonía metálica que no da tregua. En la penumbra se perfilan decenas de equipos informáticos, cada uno consumiendo electricidad a un ritmo impresionante. Aquí, en una granja de criptomonedas en Caracas, la scnena es común. Pero ¿qué está pasando detrás de estas máquinas que afecta al medioambiente?

La contaminación que provocan las criptomonedas genera cada vez mayor preocupación ecológica, y más a medida que esta moneda digital gana terreno a pasos agigantados en todo el mundo. La irrupción de las criptomonedas ha tenido una fuerte repercusión en el mundo económico, pero también una gran repercusión medioambiental.

Las criptomonedas, también conocidas como monedas virtuales o criptodivisas, son medios digitales de intercambio que utilizan criptografía fuerte para asegurar las transacciones, controlar la creación de unidades adicionales y verificar la transferencia de activos mediante tecnologías de registro distribuido. En esencia, son dinero digital. No existen en forma física y se pueden adquirir de diversas formas.

Un Impacto Energético Inapelable

La minería es el proceso mediante el cual se validan las transacciones y se aseguran las redes de criptomonedas como Bitcoin. Los mineros utilizan potentes equipos informáticos para resolver complejos problemas matemáticos. Al hacerlo, validan bloques de transacciones y son recompensados con nuevas unidades de la criptomoneda. Este método, conocido como Proof of Work (PoW), requiere una gran cantidad de energía eléctrica.

Diana González, ingeniera ambiental de 35 años, trabajadora de una organización no gubernamental en Bogotá, explica: “Cuando ves las cifras, te das cuenta de que estamos hablando de una cantidad de energía que equipara a países enteros. Es impactante.”

La red de Bitcoin produce anualmente entre 22 y 23 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), equiparando su huella de carbono a la de países como Jordania o Sri Lanka. Para hacernos una idea de esta contaminación, el portal Digiconomist calcula que el gasto eléctrico en minería de Bitcoin supera al de países como Dinamarca, Bulgaria y Bielorrusia, pero, además, supone un consumo de energía un 25% superior al de los Países Bajos, un 15% más que Australia o un 10% más que Reino Unido.

Una Búsqueda de Alternativas

Honestamente, la preocupación por el medioambiente ha obligado a buscar alternativas. Entre medias, ha surgido el método de Proof of Stake (PoS), en el que los validadores son seleccionados en función de la cantidad de criptomonedas que poseen y están dispuestos a “apostar” como garantía. Este método es más eficiente energéticamente y es utilizado por criptomonedas como Ethereum tras su actualización a Ethereum 2.0.

Juan Pérez, un desarrollador de software de 28 años en Buenos Aires, comenta: “La transición a PoS es una buena medida. Aunque no soluciona todos los problemas, es un paso importante hacia la sostenibilidad.”

Ejemplos de Criptomonedas Ecológicas

Como respuesta a la creciente demanda de soluciones sostenibles, han surgido las llamadas altcoins, criptodivisas que requieren un consumo de energía más moderado. Ejemplos de ello son Nano, Ripple, IOTA o Lisk, que consumen muchísima menos energía eléctrica que el Bitcoin, aunque el consumo que realiza cada una de ellas varía. En 2018 surgió la primera criptomoneda ecológica, el BitcoinClean. Más recientemente, GBM Coin (Green Bond Meter) ha sido creada para proteger la jungla amazónica de Argentina.

La Paradoja de la Innovación

La verdad es que la tecnología, en su esencia, puede ser una doble espada. Mientras que las criptomonedas ofrecen una alternativa descentralizada y segura al sistema financiero tradicional, su impacto medioambiental no puede ser ignorado. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a pagar el precio del progreso a costa del planeta?

La esencia del problema radica en la dependencia de la energía fósil. Cerca del 90% de toda la energía que se utiliza para minar criptomonedas proviene de combustibles fósiles. Pero la solución no es solo technológica; es cultural y política.

Reflexión Final

Mientras los ventiladores siguen zumbando en aquella granja de minado en Maracay, una pregunta persiste: ¿Podemos encontrar un equilibrio entre el avance tecnológico y la preservación del medioambiente, o estaremos condenados a repetir los mismos errores de siempre?


Escrito por una persona 😊, no por la IA.

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Olivia Chen
Olivia Chen

Olivia Chen investiga fraudes, regulación y evasión fiscal en el mundo de las criptomonedas. Trabajó en Coindesk y colaboró con Bloomberg Crypto en reportajes sobre colapsos de exchanges y burbujas especulativas. Su enfoque combina análisis de blockchain, documentos regulatorios y fuentes en EE.UU. y Europa. Estudió Economía en la University of California, Berkeley, y tiene una certificación en Finanzas Digitales del MIT Media Lab.

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